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domingo, 24 de marzo de 2013

Las empresas eliminan el bonus que pagaban por ir a trabajar



La reforma laboral permite a las compañías descolgarse de los convenios y recortar antiguos privilegios de la plantilla, como el pago de pequeños incentivos por no faltar ningún día al puesto de trabajo.

Los incentivos que daban algunas empresas a sus trabajadores por ir a trabajar con el fin de frenar el absentismo tienen los días contados. Los efectos de la última reforma laboral han favorecido que las empresas puedan poner coto a los beneficios que los empleados percibían en caso de cumplir con su deber de asistir a su puesto de trabajo. Uno de los aspectos más efectivos de la nueva regulación ha sido la posibilidad que se da a las empresas de descolgarse de los convenios, permitiendo a las compañías alterar algunos de los aspectos relacionados con el absentismo.

De hecho, una de las cuestiones clave que se están modificando en los convenios son las prestaciones que existen en España relacionadas con las bajas. Así lo ha puesto de manifiesto José Luis Checa, subdirector general de Gestión de Fremap, durante una ponencia en el Foro Asesores, organizado por Wolters Kluwer en Barcelona.

Sin embargo, donde más se ha notado el descenso de bajas es en la Administración Pública, donde algunos colectivos como el de las fuerzas de seguridad (en todas las comunidades autónomas) llegaron a tener un 35% de absentismo medio, por enfermedades de origen psicológico en la mayoría de los casos. Esta situación está cambiando notablemente ahora que se ha reducido, o incluso en algunos casos eliminado, lo que cobran los trabajadores públicos durante los primeros días de baja. “Hemos pasado de casi ganar más estando de baja a percibir bastante menos en estas circunstancias”, advirtió el experto.

Según Checa, la reforma laboral también ha conseguido disminuir la reincidencia en las bajas de corta duración (aquellas inferiores a veinte días). Esto se explica por la inclusión del absentismo, en el nuevo marco legal, como causa de despido por razones objetivas.

En concreto, la reforma del artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores permite despedir a empleados por faltas de asistencia al trabajo, aun justificadas, que alcancen el 20% de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos, o el 25% en cuatro meses discontinuos dentro de un periodo de un año. Sin embargo, este nuevo panorama también puede provocar el efecto perverso de incentivar que las bajas tiendan a superar los veinte días para no entrar en este recuento.

Reforma en marcha
En medio de toda esta situación, el Ministerio de Empleo y de la Seguridad Social está preparando una reforma con la que atajar el problema de las bajas laborales. Sin embargo, el borrador del Real Decreto que regula un nuevo modelo de gestión de las incapacidades temporales ha levantado críticas generalizadas provenientes de casi todos los sectores implicados. Después de que la ministra Fátima Báñez prometiera a las mutuas la gestión de las altas y las bajas de los trabajadores, el borrador que se maneja en estos momentos parece haber dado marcha atrás en esta medida.

El texto introduce dos novedades fundamentales. De un lado, uno de los aspectos más polémicos de la reforma sería la posibilidad de que las mutuas puedan presentar las propuestas de alta de los trabajadores a los médicos de atención primaria directamente, en lugar de a los inspectores, como ahora, algo que no ha sentado bien a estos últimos por la pérdida de poder que implica.

La otra novedad es que, si esa propuesta de alta no es contestada por el médico en un plazo de cuatro días, se considera que el enfermo está en situación de “alta presunta” por silencio administrativo, por lo que, una vez que se lo comunique la empresa, debería reincorporarse a su puesto de trabajo.

En opinión de Checa, en esta reforma se echa de menos que se hable más de la salud de los trabajadores y la forma más eficiente de curarlos, en lugar de entrar en tantos aspectos formales o de burocracia. En esta línea, explicó que precisamente el exceso de burocracia es actualmente el principal problema que tiene España en el ámbito del absentismo laboral. Y puso un ejemplo: a un enfermo que está un mes de baja pueden llegar a verlo hasta siete médicos diferentes sólo para decidir sobre su situación laboral. “Me parecen muchos recursos y mucha ineficiencia y casi todo lo que se hace es mover papeles”, criticó este experto, que lamenta “el tremendo entramado” que existe en España para la gestión de las bajas y las altas.

La factura del absentismo laboral
El coste de las faltas de asistencia no está en la atención médica o en la farmacia, sino en las prestaciones sociales. Según el directivo de la mutua Fremap José Luis Checa, los médicos de atención primaria muchas veces no son realmente conscientes del precio de esta situación y eso hace que sean más laxos.

La factura de las prestaciones sociales por bajas médicas fue el año pasado de entre 5.000 y 7.000 millones de euros, tanto por enfermedad común como por accidentes de trabajo, mientras que el coste de los tratamientos, medicamentos o pruebas diagnósticas es infinitamente menor, según este experto.

A eso habría que sumar todos los costes indirectos que supone a una empresa tener un trabajador ausente, cifra a la que generalmente pueden hacer frente las grandes y medianas compañías, aunque no ocurre lo mismo con las pequeñas empresas o las micropymes, para las que puede ser un drama.Expansión

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