Hace años que el concepto de contrato indefinido ha ido cambiando de forma, de manera que lo que antes venía a resultar como una relación laboral de largo plazo, de carácter prácticamente inquebrantable, ha pasado a resultar en la práctica como una relación profesional de duración incierta, que nos obliga a permanecer en una ‘alerta constante’ para redireccionar el timón de nuestra carrera profesional.
Así lo pone de manifiesto los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, que confirman que tan solo el 47,2 % de los contratos indefinidos firmados en el año 2008 siguen en vigor seis años después, lo que muestra la escasa capacidad de las empresas por trazar proyectos de medio y largo plazo.
Esta situación es fruto de varios factores, por un lado la coexistencia de proyectos y/o operaciones con duraciones diversas, la velocidad a la que cambian los planes y las circunstancias en el tiempo, y también, por la mayor presencia de mini proyectos o trabajos que necesitan desarrollarse en un pequeño plazo de tiempo, y para los que en la mayoría de los casos no existe continuidad.
Lo que nos debe hacer reflexionar sobre si nuestra empresa o negocio están preparados para competir en un escenario en el que los precios, la facturación, y las necesidades de recursos son menos impredecibles si cabe, debemos luchar con un entorno cada vez más dinámico a la hora de planificar nuestra estrategia y nuestra capacidad.
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